Partiendo de Cicero tomamos por la carretera N-634 dirección
Colindres alcanzando el alto de Treto y desviándonos a la entrada de esta
localidad hacia Carasa. Por las estrechas pistas secundarias
tomamos hacia el barrio de La Maza que nos eleva paralelos a la autovía hacia
Carrasqués.
Cruzamos bajo la A-8 por la vía de servicio y bordeando el
alto de Miradal, pasamos sobre Cicero por el alto de Los Castros.
"Cicero desde Los Castros." |
Descendemos al barrio
La Bodega, ya en Bárcena de Cicero, y continuamos paralelos a la A-8 hacia el
Pendón, donde nos cruzamos con el acceso a la autovía.
Por este, descendemos hacia la estación de servicio y en la
rotonda tomamos dirección Moncalián para afrontar la primera larga subida del
día.
"Moncalian." |
Los casi 4 km de subida nos llevan dejando atrás el núcleo
urbano hasta alcanzar el alto de Trancones, donde comienza el descenso que
atraviesa el barrio de la Tejera. Cruzamos entre las casas y en el cruce de
caminos giramos a la derecha bajando por Riolastras al barrio de
Toca cruzando así hacia el valle de Hazas de Cesto.
Cruzando de frente sobre la carretera Beranga
-Solorzano tomamos la CA-266 que nos lleva hacia el barrio de la Vega y
remontando por la carretera del Cristo alcanzamos el alto de Jesús del
Monte accediendo a la N-634.
Continuamos por esta unos metros hasta el desvío dirección las Pilas, carretera CA-458 que abandonamos tras apenas 400mt
tomando la pista de grava, y haciendo un doble desvío a la izquierda
descendemos al barrio de la Estrada, en Hoz de Anero.
Paralelos al río Aguanaz (CA-429) recorremos el valle hasta
el barrio Mortera, ascendiendo a la N-634 por la Sota y continuamos paralelos a
la autovía A-8 hasta la localidad de Hoznayo.
"Vistas desde Hoz de Anero." |
Recorremos la larga recta desviándonos a la derecha entre
las casas antes del puente sobre el río Aguanaz, y callejeando entre
urbanizaciones nos elevamos hacia el barrio la Sierra pasando bajo la autovía.
Con los primeros repechos que afronta la vía secundaria nos
desviamos por el sendero que a la izquierda desciende a orillas del río Aguanaz
y se embosca trazando hacia el Barrio de Arral.
"Sendero hacia el B° de Arral, Hoznayo." |
Cuenta la historia que un clérigo de origen galo huyó de la
revolución francesa ocultándose en esta localidad y descubrió las cualidades
curativas de estas aguas que sanaron los problemas de vista que le aquejaban. Con
el tiempo comenzó a sanar las enfermedades de sus vecinos, la mayoría estomacales,
y desapareció misteriosamente dejando en Hoznayo el legado de su leyenda y la
fama de estas aguas. Desde entonces el manantial pasó a llamarse la fuente del
Francés.
Con el tiempo, la popularidad de las aguas de Hoznayo llevó
a la construcción del balneario o “casa de baños” y sendos hoteles de
diferentes categorías en 1870, El Fondín y el Hotel Suizo, dando fama a esta
localidad a nivel nacional. Fama que fue decayendo con el tiempo lo que llevó
al cierre de los negocios. Posteriormente se relanzó el consumo del agua
embotellada de estos manantiales suministrándose en farmacias y finalmente en
1870 se abandonó toda actividad en la zona.
Unos metros a la izquierda, los gruesos muros de piedra
cubiertos de musgo e invadidos por la maleza se desmoronan, vestigios del antiguo molino que utilizaba
las aguas del Aguanaz para accionar sus
mecanismos.
Aguas que se internan en la "gruta del Diablo" para precipitarse por la pequeña cascada
que sigue en su recorrido.
Continuamos por la estrecha carretera
secundaria siguiendo el curso del río dirección Villaverde de Pontones, dejando
a nuestro paso las ruinas del balneario y la planta embotelladora.
El paseo a la sombra de los “platanos” nos deja en
Villaverde, donde tomamos a la izquierda pasando junto a la antigua mansión de
Genaro Cagigal, empresario fundador de los hoteles y el balneario de Hoznayo, y
de camino, accedemos brevemente a la CA-146 dirección Puente Agüero.
Entre los chalets buscamos el paso sobre el río Miera por el
antiguo puente de piedra.
De origen medieval posteriormente rehabilitado el puente de paso estrecho se alza sobre el Miera, antes de convertirse en la ría de Cubas, con tres arcos soportados por fuertes sillares.
"Río Miera desde Puente Agüero." |
Ganada la otra orilla remontamos altura hacia el barrio de
Campo la Sierra bordeando el campo de golf de Ramón Sota.
La estrecha carretera nos deja en Agüero, donde remontamos
por las parcelarias buscando paso hacia Setien primero y el Barrio Barreda
después rodando cortos tramos por carreteras secundarias de mayor tráfico.
Desde aquí, recorriendo brevemente la carretera Solares
-Rubayo, buscamos la estrecha pista que
se descuelga a orillas del arroyo de
Romanilla.
"Rodando hacia el arroyo de la Romanilla." |
El camino de grava se alarga 1 kilómetro atravesando hacia el Pozón de la Yesera. Este
lugar está incluido en la red de sendas que conforman la ruta del anillo verde
de la Bahía de Santander.
Aquí encontramos el estanque de origen minero, pozo del cual
se extraían los yesos posteriormente tratados en el edificio de la yesera en
funcionamiento hasta mediados de los años 70. Alcanzando la excavación el nivel
freático de las aguas se produjo la posterior formación de la laguna.
El entorno se rodea de bastos pastizales, vallas de madera y
paneles informativos. El edificio de la yesera en estado ruinoso se transforma
en lienzo de los grafiteros, y aunque el mantenimiento de la zona es mejorable no
siempre ha sido como la vemos, habiendo sido utilizada como escombrera ilegal y
basurero y rehabilitada en 2009, recuperada con esfuerzo por los trabajos de limpieza y repoblación.
Tras un descanso junto a la "laguna" artificial continuamos
dirección Gajano tomando las estrechas carreteras vecinales que avanzan
hacia Pontejos recorriendo el "alto" entre la ría de Tijero y las
instalaciones de Dynasol y la carretera CA-141 Astillero -Pedreña.
Ya en Pontejos, viramos dirección Norte y callejeando
cruzamos la carretera CA-141 y continuamos hacia la bahía de Santander entrando
en la Isla de Pedrosa.
La isla de Pedrosa, también conocida con su antiguo nombre
como isla de Astilla, es una de las mayores islas de la costa de Cantabria
ubicada en la zona interior de la bahía de Santander.
Actualmente es accesible desde tierra por medio de un puente
construido en 1966, pero fue su aislamiento precisamente lo que la convirtió en
la antigüedad en el lugar idóneo para la ubicación del sanatorio en 1834 y
posterior lazareto, que mantenía en cuarentena a los marineros enfermos
procedentes de las indias, muchos de ellos afectados por la lepra y que por
desgracia pasaban sus últimos días “condenados” en la isla.
"Ruinas de la Isla de Pedrosa." |
En 1909 comenzó a funcionar como hospital para tuberculosos
y enfermedades óseas finalizando su actividad como hospital en 1989.
En su época de mayor apogeo recibía pacientes de
prácticamente todo el norte de la península y zona central, contando con más de
600 plazas repartidas entre los tres edificios que se esparcen por la Isla,
Reina Victoria Eugenia, Infanta Beatriz funcionando este como teatro y Pezuela,
contando con el material más avanzado de la época para el tratamiento de estas
enfermedades. Más tarde, en 1928 se construyó el cuarto pabellón, el de la
Picota o María Luisa, destinado a la rehabilitación de enfermos y que hoy día
funciona como centro de rehabilitación de drogodependientes. Junto a este, otro
edificio en funcionamiento actúa como centro de la Fundación Cántabra para la
salud y bienestar social.
"Ruinas de la Isla de Pedrosa." |
"Ruinas de la Isla de Pedrosa." |
En el centro de la Isla se encuentra la capilla de la virgen
del Carmen, construida en 1943 y rehabilitada
hace unos años.
La isla de Pedrosa da para muchas líneas por dos razones. La primera, el lugar se rodea de
espectaculares vistas de la bahía cubierta por un vasto eucaliptal
que convive con otras especies de repoblación, todo ello recorrido por un paseo
de caminos empedrados, bancos a la sombra de los árboles y miradores hacia el
mar.
"Bahía desde la Isla de Pedrosa." |
"Bahía desde la Isla de Pedrosa." |
Por otro, aquello que atañe a la parapsicología, algo que
despierta interés en mucha gente y ha creado un halo de leyenda y misterio
entorno al lugar. La isla de Pedrosa ha sido objeto de investigaciones "serias" que aseguran de la existencia de espíritus entre los muros de los
edificios abandonados. Rumores que hablan de apariciones, ruidos y fenómenos
paranormales…
Sea como fuere en nuestra visita por la isla impresiona ver
los diferentes edificios en ruinas. Los hospitales y el teatro a orillas de la
bahía, decadente en este entorno privilegiado. Y sobre todo llama la atención
el embarcadero y la lujosa escalinata de piedra bien conservada que da acceso a
las instalaciones. Un conjunto que impone y muestra la relevancia del lugar en
la época hoy privado de aquel orgullo.
Visitando los edificios abandonados y embarcaderos,
retrocedemos sobre nuestros pasos accediendo de nuevo a la carretera
abandonando la Isla de Pedrosa. Un lugar interesante, un bonito rincón a
orillas del cantábrico.
Tomando la carretera
continuamos dirección Guarnizo, donde enlazamos con la N-635 que discurre paralela
a la autovía y por la que iniciamos el camino de regreso. Primero cruzando la
larga recta de Heras y con el paso de los kilómetros atravesando las
localidades de Solares, Hoznayo y Beranga, dando por terminado el recorrido en
el barrio de Paderne, a la entrada de la localidad de Cicero.
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